martes, 9 de noviembre de 2010

BOSQUE DE HAYAS, BOSQUE DE HADAS

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A poco más de 30 minutos desde Urueñas nos encontramos con un paraje mágico, especialmente durante el otoño, es el Hayedo de la Pedrosa, un pequeño bosque de cuento que a finales de octubre viste de rojo las faldas del Macizo de Ayllón, a escasos 12 km de Riaza.
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Los hayedos son típicos de zonas más septentrionales, en la Península son frecuentes en toda la cornisa Cantábrica, el norte de Aragón y Navarra. Son plantas que precisan de mucha humedad para su desarrollo, al bajar a zonas más sureñas se compensa la falta de agua situándose a mayor altura, donde las nieblas suplen al líquido elemento.
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El hayedo de la Pedrosa es excepcional, es uno de los más meridionales de Europa, junto a los de Montejo en Madrid, el situado más al sur de Europa y el de Tejera Negra en Guadalajara, los tres se sitúan en el Macizo Central, en la Sierra de Ayllón.
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El hayedo segoviano es el más pequeño de los tres, apenas 87 hectáreas, el menos conocido y por tanto el menos visitado, se han censado 1.930 hayas; a pesar de su altitud y los contrastes meteorológicos: veranos secos, escasos días de niebla y temperaturas muy bajas durante el invierno, condiciones que no favorecen la germinación de los hayucos, pero a pesar de ello este pequeño bosque poco a poco se va regenerando y hasta creciendo.
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En este hayedo los ejemplares suelen ser jóvenes, los más ancianos extienden sus raíces en la zona más alta, abrupta e inaccesible y donde nos podremos encontrar, con una gran dosis de suerte, algún gato montés, tejón, zorro, jabalí o corzo, más fácil de ver serán los gavilanes, buitres leonados o pitos reales en vuelo.
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La variedad cromática del paraje es sorprendente, ya desde el comienzo del Puerto de la Quesera (1.750 m.) a la altura de Friofrío de Riaza, se comprueba la variedad de colores otoñales, de los álamos, fresnos, sauces y chopos de la orilla del pequeño río Riaza, pasamos a los marrones de los robles que crecen en la parte más baja e intermedia del monte o los rojos de los serbales o morados de los brezos en los claros hasta llegar a la magia del hayedo, con sus rojos y ocres, troncos retorcidos, cubiertos de verde musgo y blanquecinos líquenes, salpicado con algún verde acebo con sus guirnaldas rojas.
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El hayedo nos recibe con frío, lluvia y niebla, lo que convierte el paraje en un mundo de cuento y leyenda, de gnomos, de hadas, de ninfas que ante nuestra presencia no tardan en esconderse para no ser vistos y seguir manteniendo la magia del bosque…..esa niebla que no nos deja ver los picos más altos de la sierra, el Pico del Lobo (2.274 m.) al poniente y la Buitrera (2.045 m.) al noreste.
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En sus laderas nace el río Riaza, que en sus comienzos no son más que una serie de riachuelos que se van juntando hasta formar un único cauce al fondo del valle y que tras 100 km de recorrido desemboca en el río Duero, en Berlangas de Roa (Burgos)
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La intención de la visita era poder captar el hayedo en todo su esplendor, con los colores del otoño vistiendo las escarpadas laderas, pero por distintos motivos no pudimos hacer la visita unos días antes por lo que las hayas estaban ya desnudas, preparándose para el frío invierno, que por estas latitudes son ciertamente duros, a pesar de ello pudimos disfrutar del encanto y la magia del hayedo lo que no quita para repetir la visita el próximo año a finales de octubre.
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3 comentarios:

  1. ¡Sin palabras!, pero, ¿de verdad que existen estos maravillosos paisajes? Tus comentarios lo dicen todo. Esta entrada ¡ me ha encantado!.Tiene que ser una sensación impresionante, ir adentrándose por esos parajes, pisado a su vez ese montón de hojas en el suelo, sólo oyendo el ruido de tus pisadas y sentir que algo o alguien te observa, aunque sea algo inanimado. Lo apuntaré en mi agenda para una visita obligada.
    ¿con qué nos vas a sorprender la próxima vez? Te estás poniendo tú solito el listón muy alto.
    Un saludito.

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  2. Vaya fotos tío, me encantan. Es un paisaje de cuento total.

    Esa foto que has puesto en Flickr me tiene cautivado...

    Enhorabuena!

    Emilio

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  3. Siempre persigo la niebla en mis salidas por la montaña. Me basta contemplar tus magníficas fotos para recordar por qué. No creo que haya nada más acogedor; en ella me siento realmente en casa.
    Feliz año desde Hervás

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